No era falta de tiempo, era falta de constancia

Tener un negocio no es algo difícil de una sola vez. Tener un negocio es difícil todos los días. Porque aunque la emoción de arrancar siempre es fuerte, lo que realmente hace crecer un negocio no es la inspiración inicial… es la constancia.

Nos pasa a todos: tienes una idea increíble, te emocionas, haces tu plan, compras tu libreta nueva, abres tu cuenta en redes, y ahí vas. Pero luego viene la vida real, sí, la cruda vida real : pendientes, frustraciones, resultados que no llegan tan rápido como esperabas. Y sin darte cuenta, lo que era una rutina se convierte en algo que “ahorita no”, “mañana empiezo” o “en cuanto tenga tiempo”.

Emprender es maratón, no un sprint de 100 metros

La constancia es lo que convierte el esfuerzo en avance. No se trata de hacerlo perfecto, ni de darlo todo cada día. Se trata de mantenerte en movimiento. De seguir aunque te dé flojera, aunque estés cansado, aunque no veas resultados inmediatos… aunque sientas que la cosa no va a salir.

¿Publicaste hoy aunque no te fue tan bien ayer? ¿Seguiste con tu flujo de correos aunque solo dos personas te abrieron el último? ¿Te levantaste a vender aunque ya te habían dicho que no? Eso es constancia (No es que te importe pero eso lo aprendí de mi señor padre, Don Alejandro). El picar piedra todos los días es lo que construye un negocio de verdad.

Consejo de Angie ☕

No estoy segura que entre como consejo pues no siempre lo sigo, pero haré mi esfuerzo para transmitirte lo que “golpes” he aprendido.

No te presiones por hacerlo todo. Enfócate en hacerlo de forma constante. Define rutinas que sí puedas mantener, ponte metas alcanzables y apóyate en herramientas (o personas, yo son más de personas) que te ayuden a mantener el ritmo.

Y cuando sientas que no puedes más, recuerda porqué empezaste. La motivación puede fallar, pero el hábito se entrena.

Un paso a la vez… también en los negocios

Hace poco compartí en mi Instagram una historia muy personal (Si quieres el chismecito dale clic aquí ). Conté cómo, después de muchos años, decidí volver a correr. Y no solo a correr por correr… quiero correr mi primer maratón.

Pero antes de pensar en los 42 kilómetros, empecé por lo único que realmente importa: la constancia. Esa que me ha hecho ponerme los tenis incluso cuando no quiero. Esa que me ha hecho regresar a mis metas, un kilómetro a la vez.

Emprender es igual. No se trata de correr rápido, sino de no dejar de avanzar. Porque tal vez el problema nunca fue el tiempo… fue no mantenernos en camino.